Piñatas

Piñatas en México

En México todos conocemos las piñatas, y supongo que todos hemos roto alguna. Pero vamos a ver, ¿qué es una piñata?, ¿cómo es?, ¿dónde surgió?, ¿de dónde viene el nombre?, ¿cuál es su significado simbólico?, ¿cómo es su proceso? La piñata es un recipiente, receptáculo, estructura, armazón, depósito o como se le quiera llamar a un objeto capaz de contener en su interior otros objetos, obviamente más pequeños, con un fin determinado.

Piñata Tradicional Mexicana de Burrito Grande

Piñata Tradicional Mexicana de Colores

Piñata Tradicional Mexicana de Flor Grande

Piñata Tradicional Mexicana Multicolor Grande

Playera de Piñata Mexicana Posadas Rott Wear

Piñata2go Piñata Plegable Como lo viste en Shark Tank

Piñata de Unicornio Para Fiestas Temáticas

Piñata GrandeTradicional Mexicana de Estrella

Piñata Tradicional Mexicana Tricolor de Estrella

Disfraz de Piñata Mexicana Para Perro Rubie’s

Mini Piñata de Burrito Multicolor de Decoración

Piñata Tradicional Mexicana Largo Arcoiris

Piñata Tradicional Mexicana Modelo Arcoiris

Piñata Tradicional Mexicana Modelo Coqueta

Piñata Tradicional Mexicana Mágica Tricolor

Origen de la palabra piñata

La palabra piñata procede del italiano pignatta, que es una “olla de barro con forma del fruto del pino”, y viene del latín pinea, que significa pinar.

Para definir la esencia práctica de la piñata con palabras más precisas, se trata de una olla de barro -o cartón- que, previamente rellena de dulces o frutas se usa para divertir principalmente a los niños.

La diversión consiste en acabar con ella, en romperla a palos para acceder a su apreciado contenido.

El diseño de una piñata ha cambiado con el paso de los años, y aquí vamos a la historia.

Origen de la piñata

El origen de la piñata se remonta al siglo XIII, aunque no precisamente su origen sino su conocimiento en el mundo occidental.

La versión más verosímil lo ubica en los escritos del comerciante veneciano Marco Polo, quien viajó al lejano oriente en una expedición que buscaba conseguir mercancía principalmente barata para después venderla obteniendo ganancias sustanciales.

A su regreso, en el año de 1295 -acompañado por la princesa china Kokacín– escribió un libro de relatos titulado Il Milione, conocido como Los Viajes de Marco Polo, en el que narra sus apasionantes experiencias en tierras orientales.

Ahí menciona las piñatas, que se usaban durante las celebraciones del año nuevo chino de la misma forma que hoy las conocemos. Específicamente narra que fue testigo de una fiesta en la que se rompía la figura de un buey relleno de semillas para celebrar el año nuevo.

La historia se conoció y se difundió por toda Europa, en donde se adoptó para las celebraciones de cuaresma, y los españoles la trajeron al “Nuevo mundo” cuando vinieron dos siglos después.

Sólo de pasada voy a mencionar que algunos estudiosos dedicados a revisar con minuciosidad los escritos del aventurero veneciano, llegaron a la triste conclusión de que no todo era verdad, y que gran parte de lo que decía era fruto de su fértil imaginación. 

¿Los españoles trajeron la piñata?

Bueno, pues mala suerte, porque la historia tiene mucho de emoción. De cualquier manera lo importante no radica en la veracidad de los relatos de don Polo, sino en que los españoles trajeron la piñata que aprovecharon como instrumento de evangelización de los paganos.

Hay otra versión menos aceptada, que habla de su utilización por los mexicas para celebrar al dios Huitzilopochtli antes de la llegada de los españoles.

Piñatas en la colonización

Durante los años de la colonización los frailes españoles dieron simbolismo a la piñata, algo simple con significado profundo y a la vez trivial fácil de entender y digerir.

La olla quizá representaba el mundo o la vida, la envoltura de colores llamativos aludían a las vanidades y tentaciones del señor demonio que trata de incitarnos con engaños, la venda en los ojos es la ceguera de la fe, el palo es la fuerza de la virtud y la verdad, y los dulces y la fruta son los premios, la merecida recompensa por la perseverancia.

La aplicación de la piñata en las festividades religiosas coincidió con la introducción de las posadas navideñas, originalmente llamadas misas de aguinaldo.

Aquella piñata, la original, era de barro y tenía la forma de una estrella de siete picos, cada uno de ellos representando un pecado capital: pereza, gula, envidia, soberbia, lujuria, ira y avaricia.

Las piñatas en nuestros días

En el presente se usan más las de cartón, y su diseño es totalmente arbitrario, desde la de los picos hasta las de animales, objetos, villanos y hasta súper héroes; cualquier cosa o personaje es bueno para hacer una piñata. 

Asimismo no es necesario que contenga exclusivamente fruta y dulces, las llenan con juguetes, agua o harina, por supuesto como broma para engañar a los ávidos pequeños que se lanzan para acaparar el contenido.

También ha variado la ocasión, ya que la piñata no es un pasatiempo exclusivo de la temporada navideña.

No he mencionado algo importante, y es que la piñata no tiene vida propia, no se mueve evadiendo los palazos a partir de una habilidad innata de su especie.

No, así no es, sino que se le cuelga de un mecate que uno o dos individuos manipulan subiéndola o bajándola para ponerla fuera del alcance de los garrotazos. 

¿Cómo romper la piñata?

El proceso más común para romperla funciona de una manera bastante justa y democrática: forman a los niños por edades o estatura y primero pasan los pequeños, que cuentan con un número determinado de intentonas o bien con tiempo predeterminado para destrozar el objetivo. De fallar pasa el siguiente, y así sucesivamente hasta terminar.

En el remoto caso de que nadie cumpla el cometido, se procede a una segunda vuelta o bien a que algún mayor con sádicos instintos le atice un severo bastonazo de los definitivos que ponga fin a su existencia.

Y claro, el transcurso del ritual es acompañado por una letanía de cánticos interpretados por la concurrencia con la intención de impulsar al participante en turno, quien probablemente los ignora:

Letanía para romper la piñata

  • Dale, dale, dale,
  • No pierdas el tino,
  • Porque si lo pierdes,
  • Pierdes el camino.
  • Dale, dale, dale, 
  • No pierdas el tino,
  • Mide la distancia,
  • Que hay en el camino.
  • Ya le diste uno,
  • Ya le diste dos,
  • Ya le diste tres
  • Y tu tiempo se acabó.

Y en este punto, si es que no logró romperla, los simpáticos empiezan a cantar en son de burla:

Ese niño es muy tonto, es muy tonto, se parece a su papá.

Hay otro, tal vez menos actual:

  • No quiero oro, ni quiero plata, yo lo que quiero es romper la piñata.
  • Ándale niño, no te dilates, con la canasta de los cacahuates.
  • Echen confites, y canelones, a los muchachos que son muy tragones.
  • Y que les sirvan, ponches calientes, a las viejitas que no tienen dientes.

Piñatas para toda ocasión

El día de hoy la piñata se aprovecha para toda clase de fiestas y celebraciones, para cumpleaños, bodas, bautizos, inauguraciones o clausuras, eventos políticos o deportivos, y creo que hasta para inhumaciones y divorcios.

La piñata en América Latina

La piñata ha emigrado y se acostumbra en casi toda la América Latina, por ejemplo:

En Guatemala, Nicaragua, Argentina, Cuba, Puerto Rico, Uruguay, Chile, El Salvador, Ecuador, Bolivia, Perú, Venezuela, Colombia, Honduras, Costa Rica y Paraguay. También en Estados Unidos, ciertas regiones de Europa y en la India, además de China, desde luego.

Romper la piñata

Romper una piñata da prestigio, el niño que lo logra se convierte en el héroe del momento por un lapso ni menor a tres ni mayor a diez minutos después de su proeza, aunque la satisfacción le dura más; probablemente veinticinco. 

La piñata es una bonita tradición que se conserva relativamente intacta, a pesar de la evolución más que natural respecto a los materiales propios de los tiempos que vivimos, y ojalá que perdure por muchos siglos más.