Rebozo es el paño de hombros para envolver el corazón de la mujer y prolongar la ternura de sus brazos. Anónimo
Rebozo Mexicano
El rebozo es una prenda mexicana muy sencilla que tiene diferentes usos, casi indispensable para la mujer en algunas zonas del país. Su función primaria es la de proteger, ya sea del frío, del sol, del viento o de la lluvia, aunque sabiendo aprovechar las ventajas de su misma sencillez puede servir para cargar, guardar o también para ocultar.
¿Qué es el rebozo?
Por definición, el rebozo es una prenda de vestir que se utiliza para cubrir parte del rostro, los hombros y el pecho.
Es simple y claro, aunque yo agregaría que también cubre la cabeza, que es rectangular, que es de tela y que normalmente es femenina, y como complemento diría que la palabra deriva del verbo “rebozar”, que significa cubrir”.
Parientes del rebozo
Se puede decir que el rebozo tiene muchos familiares: el chal, la chalina, el jorongo, el huipil, el poncho, la faja, la capa, el capote, el manto, la bufanda y la mantilla, pero cada miembro de esta singular familia tiene sus características muy propias.
Características del rebozo
El rebozo es de una sola pieza, lo más común es que mida entre metro y medio y tres de largo, tiene “flecos”, las mujeres los usan para cubrirse, para cargar a sus hijos pequeños, para transportar los productos del mercado y hasta por hábito.
Su precio y calidad son muy variados, dependiendo sobre todo de la calidad, y se usa en México, en Centroamérica y algunas zonas de Sudamérica.
El rebozo en el México prehispánico
En el México prehispánico se usaban diferentes prendas con virtudes similares a las del rebozo, como el “ayate”, que es una especie de manta o capa que generalmente se usaba como protección en las labores cotidianas, o el huipil, que es un vestido o blusa femenina, pero el diseño del rebozo como se conoce ahora nació del sincretismo de las dos culturas que se verificó a partir de la llegada de los españoles.
Fusión cultural en la conquista
De la fusión cultural que se inició con la conquista se originaron casi todas las tradiciones mexicanas, así como los emblemas que hoy nos representan.
Entre ellos se puede mencionar el arte culinario con su exquisita variedad, la música, el lenguaje y modos de expresión, el arte, la actividad artesanal y el vestido en general, desde sus diseños, su manufactura y materiales.
Yo no había nacido, pero se dice que en el siglo XVIII se reglamentó su confección en cuanto al tejido, el tamaño, el decorado y la clase de hilo que se usaba, ya que el material significaba una distinción entre clases sociales, y en este caso del poder adquisitivo de la portadora.
Las posibilidades abarcaban desde la seda fina con bordados de oro y plata hasta el discreto algodón engalanado con bordados.
Rebozos de calidad
Los rebozos más finos y caros son de seda o de artisela, que es una fibra textil artificial con características muy parecidas a las de la seda.
El rebozo se valora por la calidad del hilo, el tipo de telar, la cantidad de colores, la extensión del rapacejo y el trabajo de jaspeado.
Técnica del jaspeado
La técnica del jaspeado es un procedimiento de teñido que consiste en dibujar, amarrar y reservar secciones de la urdimbre para ser teñidas antes de tejer el lienzo.
Aún se practica una costumbre muy antigua para comprobar la calidad de una mascada o un rebozo, que es la de hacer pasar la prenda por el hueco de un anillo: si efectivamente pasa significa que es de calidad.
Confección tradicional del rebozo
La confección tradicional de un rebozo requiere de un proceso puntual y escrupuloso que ocupa varios días, aunque desde luego se puede abreviar aprovechando los adelantos del presente.
Procedimiento para confeccionar un rebozo
En un telar de cintura o de pedal se encanilla (es decir, se enrolla, se ovilla, se devana) el hilo, y ahí mismo se determinan las medidas.
El telar de cintura es un artefacto para tejer que se amarra por un extremo a algún lugar que lo sostenga, mientras que el otro extremo se amarra a la cintura. Con él se logra la anchura de la tela y se traman y calan los hilos.
El telar de pedal cumple con las mismas tareas pero funciona de manera diferente. Es una estructura de madera que se maneja con los pies en el pedal, mientras que con las manos se van hilando los tejidos.
Después de trabajado el hilo en el telar se traslada la tela resultante a un bastidor (aro, marco o bastidor es una herramienta que se usa para mantener la tela estirada durante el trabajo de costura o de bordado), donde se le da forma al dibujo y se separa el jaspe.
Se tuercen los cordones y se les agrega atole de masa para que el hilo se endurezca, lo que facilitará el amarre o boleo (se conoce como amarre o boleo el proceso de cubrir con atados de nuditos las partes de hilo donde se desea impedir que penetre la pintura) para que el jaspeado o granizado quede de diferente color que el resto del cordón.
Después se hace el veteo, donde el fondo del rebozo y las puntas se tiñen al mismo tiempo; se deja secar y se procede al tejido. El rapacejo o punta es un núcleo de cáñamo o algodón en el que se enrolla el hilo de seda para formar los cordoncillos de los flecos. Al final las empuntadoras completan el trabajo mediante tejido a mano.
Procedimiento complejo
Pues así se hace un rebozo fino, y lo que se puede comentar es que se trata de un proceso bastante laborioso que por lo regular no se valora.
Regiones tradicionales del rebozo
En México hay varias localidades tradicionalmente “rebozeras”, entre ellas:
Santa María del Río, en San Luis Potosí
Tenancingo, Tenango y Tejupilco, en el Estado de México
La Piedad, Tangancícuaro y Zamora, en Michoacán
Tepeji de la Seda y Tepeji del Río de Ocampo, en Puebla
Moroleón y Valle de Santiago, en Guanajuato
Chilapa, en Guerrero
Santa Ana Chautenpan, en Tlaxcala
También se elaboran en algunos lugares de Chiapas, Veracruz y Oaxaca.
Estilo del rebozo
Los estilos y colores son innumerables, y entre los más conocidos tenemos: el llamado palomo, que es en blanco y negro, el tornasolado, que lleva los colores del pavo real, el que lleva los colores de la bandera, el calandrio, de diferentes tonos de ocre, el azul marino con rayas azul más claro y blanco, y muchos otros más.
Para terminar con el rebozo es agradable hacer mención de lo siguiente:
Juan Vicente de Güemes Pacheco de Padilla y Horcasitas, segundo Conde de Revillagigedo, quien fue Virrey de la Nueva España entre 1789 y 1794, escribió alguna vez sobre el rebozo las siguientes líneas:
“Lo llevan sin exceptuar ni aún las monjas, las señoras más principales y ricas y hasta las más infelices y pobres del bajo pueblo. Usan de ella como mantilla, como manteleta, en el estrado, en el paseo y aún en casa; se la tercian, se la ponen en la cabeza, se embozan con ella y la atan y anudan alrededor del cuerpo”.