Tapetes de Teotitlán del Valle

México es conocido en todo el mundo por su riqueza artesanal, que reúne variedad, calidad y fantasía. 

Entre las categorías de artesanías que se producen es difícil destacar algunas por su estimación, pero respetando todas por igual, es posible subrayar las peculiaridades que las identifican y les dan definición.

La diversidad de telas y tejidos abarca muchas expresiones, como ropa, adornos y utensilios, donde se destacan las alfombras y tapetes, que cumplen su función y también sirven para decorar.

En prácticamente todo el territorio nacional se hacen tapetes, con características muy propias que las distinguen de todas las demás. 

Tapetes de Lana

Los tapetes de lana de Teotitlán del Valle se distinguen por su colorido y por la magia del diseño, por su manufactura artesanal que se esmera por continuar la añeja tradición.  

Se elaboran en telar de pedal con lana tejida a mano, y los hilos que se usan también se hacen de forma manual en una rueca con fibras de lana natural. 

El telar en pedal es una técnica tradicional de textiles de los pueblos indígenas, mediante el cual se confeccionan rebozos, chalinas, tapetes y otras piezas.

Su base es una estructura de madera, a través de la cual, sentado al frente y trabajando con el movimiento de las manos y los pies, se van hilando los tejidos.

Teotitlán del Valle

Teotitlán del Valle es un pequeño pueblo del estado de Oaxaca con alrededor de cinco mil habitantes, localizado a 30 Kilómetros de la Ciudad de Oaxaca sobre la carretera al Istmo de Tehuantepec. El nombre en náhuatl significa “Tierra de los dioses”. Los primeros zapotecos se establecieron en la región alrededor del año 1,500 a. C.

Cabe señalar que la tradición textil de Oaxaca tiene reminiscencias prehispánicas, y que con la fusión que se produjo con la llegada de los españoles se enriqueció con los materiales y recursos que trajeron, como las ovejas productoras de lana, las moreras y los gusanos de seda, además de los instrumentos para transformar las fibras en hilados y tejidos.

El proceso de fabricación

El primer paso, como es de suponer, es abastecerse de la lana. 

Una vez con ella, pasa por un prelavado para quitar toda la grasa. Primero se lava en crudo y después se le aplica el lavado de color, donde adquirirá la apariencia necesaria para su tejido.

Posteriormente se ejecuta el proceso de cardado para eliminar las impurezas, y después se peina hasta que queda suave y lista para transformarla en hilos. 

Cardar significa peinar y limpiar una materia textil con la carda antes de hilarla. Por cierto, que el cardador de lana es un oficio artesanal en vías de desaparición, debido, como en muchos otros casos, a los avances de la tecnología.

Los hilos crudos en su color natural son blancos, negros, gris claro o gris oscuro. El teñido de los colores para obtener diferentes tonalidades se hace con pigmentos naturales.  

La coloración de las madejas de lana debe ser por medio de tinturas naturales que se obtienen de plantas, hierbas, nopales, granadas o insectos, como: huizache, añil, cochinilla, índigo, musgo de roca, flor de cempasúchil, entre otros:

El tapete gris emplea lana negra y lana blanca de dos tipos de oveja. 

El negro profundo del huizache, que es una vaina que al machacarla y hervirla suelta la coloración deseada. 

El amarillo se obtiene de las flores de cempasúchil o del musgo de las rocas, variando las cantidades para llegar al tono requerido. 

Para el café, la cascara de nuez. 

Para el azul, se emplea añil o índigo, que es una especie de carbón. 

El rojo, de la cochinilla (la hembra de un parásito que crece en el nopal), que se mezcla con jugo de limón para lograr tonos de rojo, rosa y morado. 

Teñida la lana, se monta en el telar para tejer el diseño y se realiza el acabado, y listo, ya quedó el tapete.

Parece simple, y de hecho es simple, pero se requiere habilidad, experiencia e imaginación.

Con la misma técnica y dedicación se manufacturan adicionalmente sarapes, ponchos, tapices y vestidos.